jueves, 11 de marzo de 2010

La dictadura de la audiencia

¿En qué se fija la gente cuando consume noticias en Internet? La mayor parte de los medios digitales incluyen en sus páginas una lista con los artículos más leídos.

¿Y cuáles son los artículos más visitados, los que despiertan mayor interés en el público? Pongamos un ejemplo: en la edición de ayer de El Periódico de Cataluña, se dedicó una cobertura especial a la liberación de la cooperante catalana retenida en Mauritania. Sin embargo, la historia más leída fue la de una anciana china a la que le había salido un cuerno en la cabeza. ¿Por qué pasa esto?

La gente confunde noticias sensacionalistas con noticias de interés humano. No es de interés humano la separación de Belén Esteban, ni el nuevo noviazgo de Iker Casillas. Eso es prensa rosa, sensacionalismo.

Muchos editores esgrimen el argumento de: “Es lo que vende, lo que la gente quiere”. Es el pez que se muerde la cola. Si la gente quiere leer historias acerca de famosillos, habitantes de platós artificiales, que buscan popularidad al precio que sea (y cuanto más alto, mejor), ¿debemos proporcionárselas? Si lo hacemos, si damos esas informaciones, ¿no estaremos tirando piedras contra nuestro propio tejado?

La actividad profesional de un periodista se basa en la búsqueda de historias que sean novedosas, pero no solo eso, también deben aportar algo al lector. Si caemos en la dictadura de la audiencia, estaremos degradando la profesión de periodista. El periodista es una especie de caballero de brillante armadura en constante pugna en busca de la verdad, con el objetivo de ofrecérsela a la gente. Si dejamos que la gente haga nuestro trabajo, que nos diga lo que hay que hacer, sobre qué informar, desaparecerá nuestro criterio, y con él, nuestro oficio, el periodismo.


Las pseudoperiodistas

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